A la energía sexual se la llama, desde las teorías de Freud, “libido”, que significa “deseo” en latín. Es esa fuerza interna que nos empuja hacia lo que deseamos porque nos produjo placer. Esta libido, según afirma el creador de las teorías del psicoanálisis, se puede trasladar a otros campos de la vida, que no tienen porqué ser específicamente sexuales.
Además de esta libido, según los expertos en sexología, nuestro desarrollo psicosexual tiene un origen bisexual, lo que significa que, en principio, tenemos disposiciones tanto masculinas como femeninas. En la conquista de una identidad sexual reprimimos una para identificarnos conscientemente con la otra. Es decir, lo reprimido se transforma y se expresa de múltiples formas.
Quizá una de las grandes dificultades para entendernos hombres y mujeres es que ambos rechazamos nuestras disposiciones ocultas. Sin embargo, indagando en ellas, no sólo nos entenderíamos más a nosotros mismos, sino también al sexo “opuesto” que llevamos dentro.
Si bien es cierto, la sexualidad es creativa y se alimenta de una interrelación entre lo propio y lo ajeno y nos lleva a producir placer para que otros disfruten… mientras nosotros lo pasamos bien!!!
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